Una anécdota sobre la España autonómica

Un directivo de una empresa química gallega me cuenta lo siguiente:

Resulta que el transporte de los productos de la empresa requiere de permisos sanitarios. Mas, como esto de la sanidad está transferido, los permisos sólo valen para cada autonomía y, a resultas del afán de diferenciarse una de la otra, los requerimientos técnicos son distintos en cada uno. Por supuesto, alguna autonomía exige los papeles en vernáculo, lo que requiere contratar nuevas gentes. Como consecuencia de todo ello, el directivo comentaba que sale más a cuenta mandar los productos a Alemania para importarlos desde allí...

Ay¡ ¡Qué maravilla nuestra descentralización, qué hermoso es ser un lacayo de las sórdidas burocracias que crecen hasta fagotizarnos¡. ¿Recuerdan que hubo un tiempo en que llegamos a creer que la administración y los políticos trabajaban para nosotros y no al contrario? Pero más tarde, llegó la sagrada alianza entre técnicos burocráticos y casta política y ahora hemos declinado a ovejitas obedientes que llevan al día sus papeles y han de pedir permiso hasta para dar paseos por el parque. Y, ¡fíjense¡ hay ovejitas tan bien entrenadas que aseguran vivir en un país libre.