lunes, 11 de agosto de 2008

Comentarios a Albert Esplugas (3/5)

  1. Hay nacionalistas catalanes, vascos, gallegos... y españoles. El objetivo de todos ellos es que la nación de la que subjetivamente se sienten parte tenga un Estado. Dentro de cada movimiento nacionalista hay elementos más extremistas e intolerantes que otros. En general los nacionalistas periféricos no buscan una "pureza étnica o racial", sí la protección y la promoción de lo que consideran su cultura y lengua nacional.
Hay nacionalistas catalanes, vascos, gallegos... y españoles
¿De veras? Pero, por alguna razón, el articulista no se ha visto en la necesidad de incluir a los nacionalistas españoles en la lista de los nacionalistas demócratas. Más aún: no los ha identificado con unas siglas. Yo querría que, ya que ha facilitado una lista de nacionalistas demócratas -PNV, ERC, ...-, nos ayudase a identificar a los nacionalistas españoles con su correspondiente nomen iuris, para examinar si lo son -demócratas- o no.
La omisión de un punto tan importante podría obedecer a alguna de las siguientes asunciones previas -subconscientes-:
— que todos los españoles somos nacionalistas, así que los nacionalistas españoles vendrían definidos de manera residual y negativa o por exclusión: seríamos nacionalistas españoles todos los españoles no adscritos ideológicamente a cualquiera de los otros nacionalismos democráticos; -que es la tesis, precisamente, de los nacionalistas-
— que los nacionalistas españoles no son demócratas -tampoco nazis, I hope-.

De lo que el Sr. Esplugas dice más adelante cabría deducir que los nacionalistas españoles, dado que ya tienen estado que les proteja contra los otros nacionalistas, no tendrían que ser 'nacionalistas en celo'. Pero algo debe haber especialmente perverso en esos supuestos nacionalistas sin siglas conocidas para que no merezcan la inclusión en la lista de los nacionalistas demócratas. Tal vez en alguna ocasión lo aclare.

El discurso del Sr. Esplugas asume algunas tesis fundamentales del nacionalismo:
1ª, el subjetivismo y el voluntarismo respecto de la nación. Donde haya un individuo -id est Sabino Arana, Castelao, ...- que imagine una nación, hay una nación. Su éxito dependerá del número y calidad (muy importante, por ejemplo, que estén dispuestos a la violencia) de los contagiados de ese descubrimiento, que empieza siendo individual -siempre hay un hombre providencial- para acabar siendo colectivo -y colectivista, frecuentemente-.
2ª, toda nación imaginada tiene derecho a un estado real. En esto están y son todos iguales: tanto da el supuesto y anónimo nacionalista español inidentificado e inidentificable que trata de gozar pacíficamente de la seguridad jurídica, de la igualdad y de la libertad que trata de ofrecerle el estado (de derecho) español, como los nacionalistas demócratas de BNG, PNV, ERC, CIU, ... que tratan de destruir ese estado de derecho existente para substituirlo por otros estados (¿de derecho?) internamente homogéneos y excluyentes de cientos de miles de ciudadanos, a no ser que acepten la completa asimilación kultural que se les ofrece. El éxodo de cerca de 200.000 vascos en casi tres décadas de régimen nacionalista no del todo independiente puede dar una pista del futuro, pues es un hecho, no una hipótesis. [Estos días toman las calles de alguna ciudad vasca unos nacionalistas para homenajear a unos terroristas. Se oye decir desde una república iberoamericana a la Vicepresidente del gobierno español que éste carece de competencias para asegurar el cumplimiento de la ley en ese territorio subgobernado por otros nacionalistas -demócratas- que no han hecho absolutamente nada para impedir el aquelarre de apología del terrorismo que han vuelto a sufrir las víctimas a las puertas de sus casas. Sin embargo, a la hermana Teresa sí se le ha perdido alguna competencia en aquella república, ... Debe ser el nacionalismo español expansionista y colonialista]

Pero, ¡cuidado! No incurramos en excesos retóricos.

En general los nacionalistas periféricos no buscan una "pureza étnica o racial", sí la protección y la promoción de lo que consideran su cultura y lengua nacional.
Y para ello nada mejor que la supresión de la elemental libertad de usar en la escuela la lengua propia -me refiero a la propia propiamente dicha, es decir, la del hablante, no a la propia de la nación nacionalista-.
De nuevo el voluntarismo y el subjetivismo como criterio político de imposición tanto sobre quienes lo comparten como sobre quienes tienen otra lengua nacional, y la atribución de legitimidad democrática a ese proyecto.
¿Será el discurso del nuevo PP dialogante con todos los nacionalismos menos con el español, que es intolerante, no democrático, y sobre todo, sólo saben do mora iniciados como Albert Esplugas?

---[continúa]---

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