martes, 11 de octubre de 2005

Curiel y la derecha extrema

Es un acto reflejo. En cuanto la barca zapateril huele peligro, los grumetes, por lo general, personal bien pagado en esa nave, salen a cubierta y gritan: ¡facha a la vista! Este grito es tan viejo como la Komintern y no es extraño, pues, que salga de las gargantas de antiguos stalinistas como Enrique Curiel (stalinista no es un insulto, sino una constatación: Curiel fue dirigente del PCE antes de pasarse al PSOE).

Hoy, en La Razón, Curiel, que posee su poltrona senatorial en virtud de los votos de alguna provincia gallega, lanza unos cuantos berridos de ese estilo. No aportan gran novedad al vocabulario conocido, pero justamente porque no son originales, constituyen un buen ejemplo.

Se titula la pieza "Serenidad". O sea, tranquis, troncos, que lo del Estatuto de Cataluña en proyecto no debe alterarnos. "Sosiégate, Mariano", recomienda más o menos, y discutamos el asunto.

Pero Curiel no sigue el consejo que le da a Rajoy y no ofrece ningún argumento sobre el tomate del Estatuto. ¿Qué hace? Lo clásico: "fachas a la vista".

Primero, su convicción personal: los españoles hemos tenido muy mala suerte. ¿Por los secesionismos que no cesan de dar el coñazo? No, padre. Porque tenemos unos conservadores "profundamente reaccionarios, incultos, montaraces y oscurantistas". (Para culto, ZP, y sus siete libros, siete, junto a la cancha de baloncesto de La Mareta).

Estos malos bichos conservadores resulta que dicen amar a España, pero odian a los españoles, sobre todo, a los que no piensan como ellos. La fuente de autoridad para esta síntesis histórico-política de Curiel es Pedro Altares, hombre de gran intelecto y capacidad crítica, como sabrá cualquiera que le haya leído u oído.

Hubo unos cuantos conservadores, salidos del franquismo, que evolucionaban bien: Suárez, Abril Martorell, Pío Cabanillas, Martín Villa, y hasta Gutiérrez Mellado. (Es decir, los que el propio Curiel conoció en sus primeros tiempos en el Congreso, y los que condujeron a la debacle a la derecha española, posibilitando el triunfo de Felipón; razón hay para que Curiel los alabe).

Ahora bien, llegó Aznar y se acabó aquella buena evolución. (Y que lo diga: ganó las elecciones y la segunda vez por mayoría absoluta; un hideputa descocado). Se pregunta Curiel con seriedad: ¿Sería posible pactar hoy con Aznar la Constitución Española de 1978?

Hasta aquí la historia, el pasado. Ahora, el presente.

Resulta que se han dicho cosas "inauditas" de Zapatero estos días.
Resulta que "la derecha extrema" (ojo a la sutileza, que no es lo mismo que la extrema derecha, aunque es más pérfida, si cabe) "cree insultar" a Zapatero llamándole Rodríguez. (Curiel, que no te enteras, chaval, si es que el humor no es lo tuyo).
Resulta que "hasta los obispos catalanes hacen públicas las gestiones que realizan en la COPE para frenar las ofensas y descalificaciones que escandalizan a los que las escuchan". Y a continuación escribe: "Dejémoslo claro".

En efecto, está muy claro. Curiel tiene un problema con la libertad de expresión. Tiene otros, pero ese sobresale. Reconozcamos que no es fácil acostumbrarse. Está hecho a otros usos, el hombre. A callar y todos al suelo, qué narices. ¿O es que ya no hay nadie que pueda echar a periodistas, y cerrar emisoras y periódicos? Las reglas de la discusión que Curiel proponía al principio de su artículo se resumen en una: ¡qué vuelva la censura!

2 comentarios:

  1. Fuentes bien informadas del Arzobispado de Madrid me informan de que los obispos están encantadísimos con cómo funciona ahora la COPE. Y no se trata sólo de la buena marcha económica de las emisoras, sino de tener un producto en el mercado sin competencia en la acción movilizadora de los católicos en la vida pública.

    Me temo que los obispos catalanes, estos que apoyan un Estatuto en el que se apoya decididamente la eutanasia y el aborto, van de culo.

    David.

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  2. "Ayer volvió el facherío de siempre"(Bono). Pobre, nuestro valiente ministro de defensa fue abucheado por unos reaccionarios fachas que añoran el antiguo régimen. Esta gente que no entiende la democracia. Todavía no hay noticias de que hayan detenido a ninguno de estos indeseables. De momento. Después de la hazaña de Constantino de dentener a un fontanero y a una ama de casa, todo es posible.

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