martes, 11 de octubre de 2005

Y la perla en La Vanguardia

Va de ostras la semana. Tras abrir la de Curiel, recuerdo que había otra ayer en La Vanguardia. Estos son sus dos párrafos finales. Nótese que para este Antonio Puigverd, que escribía este "Sembradores de odio", decir Rovireche es un insulto. No hace mucho, dos señores fueron multados en Cataluña por llamar a los guardias que los detuvieron en la carretera, "hijos de Carod". Así que, cuidadito. Estas bromitas que nos traemos con Quin pueden acabar con nosotros entre rejajajajas.

Para que estalle la epidemia balcánica, el virus debe transmitirse durante años en los medios de comunicación. El fantasma de los Balcanes aparece si las radios satanizan diariamente las legítimas (repito: aunque, naturalmente, discutibles) propuestas políticas; si los diarios criminalizan diariamente la lengua del vecino; si determinadas posiciones ideológicas son deformadas regularmente en las pantallas. El fantasma de los Balcanes aparece cuando se alimentan los prejuicios territoriales y se criminalizan sistemáticamente los apellidos de los políticos (Roviretxe). Cuando se usa la palabra españolcomo un insulto; cuando se afirma que los catalanes "muerden la mano del que les da de comer". Cuando se usa la palabra Madrid como sinónimo de jungla. Cuando una y otra vez Catalunya es presentada como la patria del egoísmo. Nadie está libre en Sepharad de la obscena tentación de criminalizar al vecino.

Pero estos abusos periodísticos no están repartidos por igual en nuestra castigada Piel de Toro. Ha llegado el momento de exigir coherencia a los católicos españoles. En nombre de la Iglesia se siembra el odio desde hace décadas a través de la emisora episcopal. La Iglesia sacraliza la vida humana, pero en su radio se auspicia la aversión territorial, antesala del fratricidio. Es cierto que alguien oficialmente debería pedir perdón desde Catalunya a Federico Jiménez Losantos por los disparos que recibió de unos insensatos, pero también lo es que el resentimiento es la peor de las infecciones sociales. Sobre el resentimiento se fundan los grandes desastres.

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