Rauda ha marchado de la Vega a Melilla para sustentar las frágiles fronteras del Sur. Mas no lo hará con la fuerza bruta, que ella es suave y porcelanosa, sino con instrumentos de persuasión. Y son éstos dos: una concertina, acordeón con el que los soldados podrán interpretar temas pastoriles que sumirán en sueño hipnótico a los subsaharianos, gentes de vida nómada y amantes del ganado, y una sirga.
Lo que se pueda hacer con una maroma de esparto o tal vez cáñamo, será cosa de ver. Dicen que es la cuerda con la que la mujer del presidente se echa a la mar o a la piscina para sus prácticas de buceo. Ahora bien, es tridimensional, la sirga. Luego todo está mucho más claro.
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