miércoles, 6 de junio de 2007

Lo normal en las lenguas

Una de las grandes paradojas españolas es que nuestros legisladores llamen normalización a una de las mayores extravangancias que conoce la historia: coger unos dialectos sin apenas uso escrito, purgarlos, unificarlos, inventar un sinnúmero de palabras (para suplir su carencia léxica en la práctica totalidad de las esferas culturales) y, tras decir habemus linguam, imponer su uso en la administración y en la enseñanza. Y para más inri, llamar a ese proceso -como decía antes- normalización.
Y, sin embargo, hasta ahora, la historia lingüística de Galicia ha sido muy normal. Permítanme que use de una fuente inatacable. La Biblia de la lingüística contemporánea, acaso el libro más influyente del siglo XX: los apuntes de clase de Ferdinand de Saussure, el Curso de Lingüística General (Ed. Losada, 221, 2 -24 edición):

LENGUA LITERARIA E IDIOMA LOCAL

Todavía hay más, la unidad lingüística puede ser destruida cuando un idioma natural sufre la influencia de una lengua literaria. Eso se produce infaliblemente siempre que un pueblo llega a cierto grado de civilización.

Entendemos por «lengua literaria» no solamente la lengua de la literatura, sino, en un sentido más general, toda especie de lengua culta, oficial o no, al servicio de la comunidad entera. Abandonada a sí misma, la lengua sólo conoce dialectos, ninguno de los cuales se impone a los demás, y con ello está destinada a un fraccionamiento indefinido. Pero como la civilización, al desarrollarse, multiplica las comunicaciones, se elige, por una especie de convención tácita, uno de los dialectos existentes para hacerlo vehículo de todo cuanto interesa a la nación en su conjunto.
Los motivos de la elección son diversos: unas veces se da la preferencia al dialecto de la región donde la civilización está más avanzada; otras, al de la provincia que tiene la hegemonía política y la sede del poder central; otras, es una corte la que impone su habla a la nación. Una vez promovido al rango de lengua oficial y común, el dialecto privilegiado rara vez sigue siendo como era hasta entonces. Se le mezclan elementos dialectales de otras regiones; se hace cada vez más complejo, sin perder del todo por eso su carácter original: así en el francés literario se reconoce bien el dialecto de la Isla de Francia, y el toscano en el italiano común. Sea lo que fuere, la lengua literaria no se impone de la noche a la mañana, y una gran parte de la población resulta ser bilingüe, y hablar a la vez la lengua de todos y el bable (patois) local. Es lo que se ve en muchas regiones de Francia, como en Saboya, donde el francés es una lengua importada y no ha ahogado todavía el bable del terruño. El hecho es general en Alemania y en Italia, donde por todas partes persiste el dialecto al lado de la lengua oficial.

Los mismos hechos han sucedido en todos los tiempos, en todos los pueblos llegados a cierto grado de civilización. Los griegos han tenido su koiné, nacida del ático y del jonio, y a su lado subsistían los dialectos locales. Hasta en la antigua Babilonia se cree poder establecer que hubo una lengua oficial al lado de dialectos regionales.

4 comentarios:

  1. Cato, a esta gente la lengua se la suda. Su "normalización" es social, e infinita, en el sentido de que nunca se explicita el objetivo final de dicha "normalización". Y es que cuentan con que siempre habrá, por ejemplo, una embarazada que, escondida en el sótano de su casa, no le ponga el cd de nanas en gallego al retoño que alberga.

    El programa "normalizador" persigue una homogeneización social, un pensamiento único, que sólo ven posible, sus proponentes, desde la coacción estatal. Su "revolución" consiste siempre en aniquilar la libertad individual. La lengua es la excusa.

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  2. Yo, en particular, cuando me llegue el CD de nanas en gallego, se lo voy a devolver al remitente diciendo que se lo metan por el c...

    Creo que soy lo suficientemente explícito.

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  3. Estimado Cato:
    ¿qué harian esos animales con una embarazada digamos Angoleña que llegue en una patera? Si sabe gallego la dejan quedar y si no la tiran de nuevo al mar.
    ¿Cómo se pueden autodenominar progres con esa forma tan fascista de pensar? Yo por lo menos asumo lo que soy:un racista(según lo que los progres llaman racista;según mi forma de verlo soy realista)

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  4. Por cierto, ¿alguien ha visto circular por ahí un autobús de la Xunta en el que supuestamente se informa de la muy loable nueva ley de dependencia que en gigantescos caracteres pone "INDEPENDENCIA" con el "in" en rojo?

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