Bilduismo - Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El sentimentalismo político es una cosa muy joseantoniana.
–Cataluña es un pueblo esencialmente sentimental –dijo Primo de Rivera en el Congreso–. Es un pueblo impregnado de un sedimento poético, hasta en la vida hereditaria de esas familias barcelonesas de las pequeñas tiendas en la plaza Real. Al no entender esto, se envenenó el problema, del cual sólo espero una salida si una nueva poesía española sabe suscitar en el alma de Cataluña el interés por una empresa total, de la que desvió a Cataluña un movimiento, también poético, separatista.
Es el sentimentalismo político de hispanistas a lo John Carlin, que nunca hubo de esquivar balas entre los coches madrileños, a lo Cisneros, padre de la Constitución, y que el domingo, bajo la lluvia dorada de votos en la España cazurra de Bildu, tuiteó: “Elecciones en paz en país vasco y persona más responsable que nadie para que así sea en la cárcel, por violento. Qué país...qué vergüenza...”
Ese Lanza del Vasto sería Otegui, que, preso del fascismo, mitineaba desde el talego: “La izquierda alcanzará el gobierno vasco primero y construirá el Estado socialista después ¡Eso se lo puedo asegurar!”
Y en esa dictadura del proletariado todos seremos Pedro, el futbolista del Barça que Carlin propone como modelo de “obrero noble”, que así se lo hizo ver a él el otro día un albanokosovar en un bar neoyorquino.
–Yo no sabía que aquí hablaban del Tibidabo... –dijo a Camba un catalán que lo acompañaba en su visita a la cúpula de San Pedro–. Mire, mire: “Tu est Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam, et TIBI DABO claves regni caelorum...”
La nueva poesía española de la solución joseantoniana para los separatismos sentimentales la están haciendo los hispanistas.
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