Cuando paseo por Varsovia veo a multitud de los míos. Llevan la estrella marcada en sus miradas. El hablar los delata. Sin duda, es uno de los nuestros. O quizá lo fue algún día. La mirada también denota cansancio. ¿Se cansó ya de luchar y sobrevivir?
Cualquier atisbo de confianza en la aparición de un líder en lo más alto del mástil se viene abajo. Ya no hay gaviotas. Sólo cuervos. ¿También llevan estrellas? No...las reparten junto a los otros para ponérselas a los demás. ¡Pero si estaban dispuestos a llevar mi estrella! Falsas esperanzas. Habrá que ir al Oeste. Allí no hay estrellas. Todavía.
¿Dónde está el líder?...silencio absoluto. Hay muchos líderes en vano. Esfuerzos baldíos. Inconsistencia. El terreno de juego ideal para los que van poniendo cada día más estrellas. A más estrellas, menos resistencia. Hasta el game over. Entonces, ya será demasiado tarde. No habrá más partidas que jugar.
miércoles, 26 de octubre de 2005
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Los judíos del gueto de Varsovia decidieron morir luchando. Quién sabe si en esa ciudad oriental de la que escribes, no puede ocurrir tal cosa. Si llegara el momento de que se hartaran de llevar la estrella y se portaran con valor, creo que encontrarían el apoyo exterior...y no como en Varsovia, donde se permitió que los nazis liquidaran a la resistencia. Sobre todo: no conviene interiorizar el papel de víctima; uno acaba siéndolo.
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