martes, 8 de noviembre de 2005

La verdad y su credibilidad

El pasado 20 de setiembre falleció, a los 96 años, Simon Wiesenthal, memoria viva del Holocausto y perseguidor implacable de nazis por todo el mundo. Pese a la importancia de su labor de toda una vida, no he leído demasiados comentarios, con motivo de su muerte, acerca de su actividad. Quizás debido el antisemitismo latente en la mayoría de los medios de comunicación europeos.

El caso es que el post de Libelista me ha traído a la memoria la conversación de Wiesenthal con uno de sus guardianes de las SS en 1944. El guardián le preguntó acerca de qué contaría a alguien en América si pudiera hablarle de los "campos de exterminio". Wiesenthal contestó que le contaría la verdad. A lo que el guardia le replicó: "Nadie le creería".

Y es que la verdad, a veces, puede resultar increíble. A Wiesenthal le llevó prácticamente una vida de trabajos conseguir que occidente asumiera las verdaderas dimensiones del Holocausto. Y yo diría que sólo ahora estamos empezando a vislumbrar el horror tras del otro gran totalitarismo asesino del siglo XX: el comunismo. Porque todos sabemos qué pasó en Auschwitz y Belsen, y quiénes fueron Himmler, Eichmann o Hess, pero muy pocos quiénes fueron Yezhov y Dzerzhisky, o lo que pasó en Vorkuta, Slovetsky o Kolyma. Nadie, que yo sepa, se ha dedicado a perseguir y juzgar los crímenes contra la humanidad perpetrados por soviéticos, camboyanos o chinos. No ha habido un Wiesenthal del "terror rojo". Curiosa asimetría.

Galicia, nos dicen ahora quienes nos gobiernan, necesita refrescar su memoria. Puede que no sea malo. Que se busque sin prisa en los archivos de la memoria ---hay todo un año--- a víctimas y verdugos. Quizás lo que se encuentre sea de difícil asimilación para algunos.

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