No perderse hoy el artículo del profesor Vilas Nogueira, en la Revista de Libertad Digital, sobre el proyecto de Estatuto del BNG y sus cláusulas anexionistas. Anotemos un nuevo intento por captar la polifacética personalidad de Quin: es el camillero-jefe. Este Quintana atrae, como Zetapé, la materia jocosa que anda suelta por el cosmos. Pero lo jocoso no quita lo peligroso.
El análisis de nuestro admirado columnista, aparece unos días después de que una encuesta de La Voz de Gallaecia arrojara el resultado de que un 51,9 por ciento de los ciudadanos gallaécticos creen muy o bastante necesaria la reforma del Estatuto para ampliar el autogobierno.
¿Qué?, ¿cómo?, ¿se han vuelto locos estos gallegos? – grita el loro con su voz más desagradable (la dieta estatultaria le irrita las cuerdas vocales).
Bueno, ojalá se volvieran locos y mandaran a sus casas a unos políticos que quieren embarcarnos en aventuras tan nefastas como eso que llaman reforma estatutaria, destinada a blindar unos feudos y, en ellos, los mecanismos para monopolizar el poder.
Lo de ampliar el autogobierno es una broma. Todo lo transferible y más que no lo era según el texto constitucional, se ha transferido. España es hace tiempo un estado federal, pero con la diferencia respecto a otros, de que en algunos de sus territorios se incumple la ley, la que rige en todo el estado.
Muchos de esa mitad de gallegos que se apuntan a la tontería de la falsa reforma, no lo hacen por simpatía hacia el camillero, sino porque han visto lo de Cataluña, creen que se le van a dar privilegios y no quieren que Galicia se quede al margen del nuevo reparto del pastel. El pequeño problema es que no va a quedar pastel. Y menos para una región como Galicia, que no da, sino que recibe del resto del estado.
Pero, ya lo dice la nueva campaña del BNG, ¡somos ricos! Ergo, no necesitamos a nadie. Con unas tazas de ribeiro, otras de caldo y de cuando en vez un puñado de percebes, tóxicos o mutantes, no importa, que somos raza fuerte, hemos sobrevivido século tras século y no haremos menos ahora. Hay que ver lo que cambia la perspectiva al llegar al poder. El Bloque era, hasta su desembarco en el gobierno, una cofradía de almas en pena por la pobreza secular de Gallaecia.
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El Bloque era, hasta su desembarco en el gobierno, una cofradía de almas en pena por la pobreza secular de Gallaecia.
ResponderEliminarLibelista: El BNG no ha desembarcado. Va en yates de superlujo. ¿No te acuerdas?
LA OPINIÓN DE CORUÑA, 18 DE DICIEMBRE
ResponderEliminarhttp://www.laopinioncoruna.com/secciones/noticia.jsp?pIdNoticia=44788&pIndiceNoticia=2&pIdSeccion=5&pNumEjemplar=1886
Por si es de utilidad
José Antonio Portero Molina
La disposición final 3ª de la propuesta de Estatuto del BNG dice: "Poderán incorporarse a Galiza aqueles concellos limítrofes... mediante procedimientos democráticos que serán regulados por ley". A esta disposición han respondido críticamente las autoridades de Asturias y Castilla-León y a éstas, a su vez, el vicepresidente Quintana indignado por la afrenta hecha a los gallegos y a Galicia y exigiendo petición de disculpas y rectificaciones. La indignación por la afrenta se llena de razón, se ha dicho, por el hecho de que esas Comunidades tienen en sus Estatutos disposiciones parecidas. Pues no es así, en absoluto.
El art. 2 del EA asturiano dice que "el territorio del Principado es el de los concejos comprendidos dentro de los límites actuales de la provincia de Asturias, para cuya modificación se estará a lo dispuesto en el art. 56 ", que es el que regula la reforma estatutaria. Nada sobre incorporación de municipios.
El EA de Castilla-León en su disposición transitoria 7ª contempla la posibilidad de incorporación de otra Comunidad Autónoma. Las Cortes castellano-leonesas han de aceptar la incorporación, procediéndose luego a la reforma del Estatuto mediante Ley Orgánica del Estado. La previsión tiene su razón de ser en las que contenían los EA de Cantabria, art. 58, y La Rioja, art. 44, hoy derogados, según los cuales sus instituciones podían decidir su incorporación a una CA limítrofe y con la que tuviesen lazos históricos (es decir Castilla-León). Las incorporaciones, una vez aprobadas en Cantabria y La Rioja deberían aprobarse en la CA receptora, o sea, Castilla-León. Establece la misma disposición el procedimiento para que municipios hoy castellano-leoneses puedan segregarse e incorporarse a otra CA. Se redactó pensando en dejar una puerta abierta para que el enclave burgalés de Treviño, ubicado en la provincia de Álava, pudiera incorporarse a dicho territorio histórico y así a la CA del País Vasco. También se exige aquí Ley Orgánica del Estado. En su disposición 8ª prevé que una Ley Orgánica del Estado autorice la incorporación de una provincia limítrofe a Castilla-León lo que, automáticamente, producirá la reforma del artículo 2 de su EA. La disposición se introdujo para resolver la delicada situación planteada con la provincia de Segovia tras manifestar su voluntad de no integrarse en la CA de Castilla-León. Las Cortes españolas mediante Ley Orgánica 5/1983 y en aplicación del art. 144.c de la Constitución procedieron a incorporarla.
Las tres previsiones tienen un propósito común: ayudar a resolver problemas, no a crearlos y en las tres se requiere Ley Orgánica del Estado y no simplemente ley de no se sabe qué Parlamento. El BNG prevé la incorporación a Galicia de los municipios limítrofes en la citada disposición final 3ª; y en la 2ª anuncia que reclamará de esas Comunidades Autónomas que declaren cooficial el gallego en esas zonas y en los órganos institucionales centrales de las respectivas CA. Las dos disposiciones supondrían, de aprobarse, una injerencia en los intereses de dos CA. De momento son sólo una muestra más de la impenetrable inteligencia política con la que el BNG gusta de apoyar, a veces, al Gobierno bipartito. Pero, sin duda, ha sido el vicepresidente Quintana quien, al asumir la defensa del documento de un partido, al confundir con ambos la dignidad de los gallegos y al exigir rectificaciones a las autoridades de dos CA, ha convertido el asunto en un roce entre instituciones autonómicas. Las propuestas del BNG merecían la respuesta que obtuvieron de aquellas autoridades e instituciones, y la reacción del vicepresidente, que tiene a su cargo las relaciones institucionales, no debió haberse producido. Su propuesta de Estatuto es sólo un documento de partido que el BNG quiere poner en el centro del debate público antes de tiempo. Es legítimo hacerlo, claro, pero ahora es tiempo de celebrar los veinticinco años del Estatuto que ha enmarcado la construcción sólida que hoy es la CA de Galicia. El Estatuto que el BNG no quiso.
Portero Molina es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de La Coruña