Javier Pradera, ideólogo de El País, intelectual oficial del régimen escribe hoy sobre la República. Aprovecha como siempre para atizar contra la caverna:
“¿Cómo explicar entonces que la relación de parentesco democrático entre la II República y la actual Monarquía parlamentaria sea hoy negada con tanta furia, ignorancia y agresividad? Aunque los mayores ataques contra el Rey procedan -desde el 23-F hasta los delirios actuales de la caverna mediática- de la ultraderecha sedicentemente monárquica, el reconocimiento por el presidente del Gobierno de la obvia deuda de la España contemporánea con sus precursores republicanos es presentado como un avieso programa de desestabilización institucional.”
Pradera, más inteligente y formado que ZP, habla de nuestra deuda con los precursores republicanos. Con inteligentes manipulaciones, limpia la cara a ZP quien nos declaraba herederos de la República. Pradera sólo habla de parentesco y lo ejemplifica con un personaje modelo de esta continuidad histórica:
“Nadie mejor que Jorge Semprún ha puesto de relieve, en una conmovedora y hermosa reconstrucción literaria de su memoria personal (Adios, luz de veranos... Tusquets, 1998), esa línea de continuidad entre el pasado republicano y la España contemporánea”
Y si traigo a colación este artículo, no es porque sea especialmente sectario. El elogio de Semprún es merecido. Ninguna biografía de intelectual comprometido iguala a la suya: exiliado republicano, miliciano de la resistencia francesa, internado en Buchenwald, agente del partido comunista en la España franquista.
Fue precisamente en su labor de espía comunista como Semprún conoció a Pradera y le captó para el partido. Un movimiento inteligente porque las potencialidades del entonces joven universitario eran inmensas. Javier Pradera era intocable. Su madre pertenecía al círculo íntimo de doña Carmen Polo. Y Pradera –esto es lo importante- era el huerfanito del régimen. Su abuelo Víctor Pradera, gran ideólogo de la derecha católica, y su padre Javier fueron asesinados por las milicias republicanas vascas durante la guerra. El niño huérfano se convirtió en un símbolo del franquismo.
De ahí mi profunda antipatía personal por Pradera. Hay algo muy deshonesto, muy ruin, en tomar partido precisamente por aquellos que mataron a tu abuelo y a tu padre. Cuando se declara heredero de la República, cuando presenta libros de Carrillo, está cometiendo la más fea de las traiciones.
“¿Cómo explicar entonces que la relación de parentesco democrático entre la II República y la actual Monarquía parlamentaria sea hoy negada con tanta furia, ignorancia y agresividad? Aunque los mayores ataques contra el Rey procedan -desde el 23-F hasta los delirios actuales de la caverna mediática- de la ultraderecha sedicentemente monárquica, el reconocimiento por el presidente del Gobierno de la obvia deuda de la España contemporánea con sus precursores republicanos es presentado como un avieso programa de desestabilización institucional.”
Pradera, más inteligente y formado que ZP, habla de nuestra deuda con los precursores republicanos. Con inteligentes manipulaciones, limpia la cara a ZP quien nos declaraba herederos de la República. Pradera sólo habla de parentesco y lo ejemplifica con un personaje modelo de esta continuidad histórica:
“Nadie mejor que Jorge Semprún ha puesto de relieve, en una conmovedora y hermosa reconstrucción literaria de su memoria personal (Adios, luz de veranos... Tusquets, 1998), esa línea de continuidad entre el pasado republicano y la España contemporánea”
Y si traigo a colación este artículo, no es porque sea especialmente sectario. El elogio de Semprún es merecido. Ninguna biografía de intelectual comprometido iguala a la suya: exiliado republicano, miliciano de la resistencia francesa, internado en Buchenwald, agente del partido comunista en la España franquista.
Fue precisamente en su labor de espía comunista como Semprún conoció a Pradera y le captó para el partido. Un movimiento inteligente porque las potencialidades del entonces joven universitario eran inmensas. Javier Pradera era intocable. Su madre pertenecía al círculo íntimo de doña Carmen Polo. Y Pradera –esto es lo importante- era el huerfanito del régimen. Su abuelo Víctor Pradera, gran ideólogo de la derecha católica, y su padre Javier fueron asesinados por las milicias republicanas vascas durante la guerra. El niño huérfano se convirtió en un símbolo del franquismo.
De ahí mi profunda antipatía personal por Pradera. Hay algo muy deshonesto, muy ruin, en tomar partido precisamente por aquellos que mataron a tu abuelo y a tu padre. Cuando se declara heredero de la República, cuando presenta libros de Carrillo, está cometiendo la más fea de las traiciones.
"¿Cómo explicar entonces que la relación de parentesco democrático entre la II República y la actual Monarquía parlamentaria sea hoy negada con tanta furia, ignorancia y agresividad?" ¿Cómo explicar a los sicarios a sueldo del Polanquismo que al Rey lo puso Franco; que su padre y abuelo seguían las evoluciones de la guerra civil colocando banderitas nacionales sobre el mapa conforme avanzaron las tropas antirepublicanas; que la Monarquía es la negación de la República; que esta Monarquía es más democrática que la República frentepopulista...? ¿Cómo explicar estas cosas a esta gentuza de el Diario prisaico?
ResponderEliminarUn dato sobre Jorge Semprún: en el campo de concentración nazi fue, como otros comunistas, un kapo, es decir, uno de los mandados de los nazis, que decidían en muchos casos el destino (la vida o la muerte) de los prisioneros. Su hermano, Carlos Semprún Maura, ha contado muchas cosas de esa parte oscura de Jorge en sus libros.
ResponderEliminarEn cuanto a Pradera mismo: yo no le critico que de provenir de una familia franquista hasta la médula, se pasara al bando contrario; ni siquiera le reprocho que haya tomado partido por quienes asesinaron a sus familiares. Lo que me parece inadmisible intelectual y moralmente es su persistencia en la mendacidad.
ResponderEliminarLibelista: Gracias por el dato sobre la función kapo de Semprún. Lo desconocía.
ResponderEliminarPero no estoy del todo de acuerdo en lo de Pradera y su familia. Seré un antiguo, pero creo en la lealtad primaria hacia la familia y en el valor de la sangre. Y creo que él, superviviente de una tragedia, debería guardar la memoria de sus mayores. Éstos, errados o acertados en sus ideas, eran dos hombres de bien, que vivieron como tales y supieron morir con gallardía y bonhomía.
Un ejemplo: Recientemente, se ha publicado una reciente y hagiográfica biografía de Víctor Pradera. ¿Qué ha hecho El País con ella sino ocultarla en el agujero negro de la memoria? Y en contraste, ¿qué hubiera podido hacer por su difusión entre los medios intelectuales un hombre con el poder de Pradera?
Mi disculpa a Pradera es la siguiente: radicalismo juvenil y rebeldía; cuando más tarde se ha hecho conservador (porque ahora se dedica a eso, a conservar el poder ganado) está demasiado vendido y torzido como para actuar como convendría hacer a hombre de bien
En el número 25 de la Ilustración Liberal,(www.lailustracionliberal.com) en el artículo "Luces y sombras de agosto", Carlos Semprún Maura explica un poco por encima la historia de su hermano Jorge en el campo de Buchenwald.
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