Esa bobada en La Haya

Se asombra la derecha de que Garzón solicite que Aznar sea juzgado en el TPI. No deberían. Primero, porque Garzón es un reconocido bobo (salta a la vista en cuanto se lee el libro de Pilar Urbano). Segundo -y más importante- porque la Corte Penal Internacional ha sido una de las mayores majaderías perpetradas por la decadente clase política occidental. Básicamente, impide a ésta recurrir al uso de la violencia en un conflicto entre estados. Si lo hace, corre el riesgo de acabar en La Haya por una bomba que haya errado en su objetivo. Algo jaleado por ellos cuando los “malos” han sido seres previamente vituperados por la propaganda occidental. Pero ahora, esas leyes tan loadas y tan poco meditadas están ahí para acosarles de por vida.

Aún así, no tendría que preocuparse Aznar por la amenaza. El estado español no entró en la guerra de Iraq por lo que parece imposible que nuestro anterior presidente caiga bajo la feroz férula de los intrigantes fiscales que pueblan la corte holandesa (Cruella del Ponte, por poner un ejemplo). Distinto es el caso de Javier Solana, responsable de la guerra de Kosovo, basada en demostradas mentiras y apoyada por los pacifistas. A pesar de mi desacuerdo con ese tratado, reconozco que la condena a Solana tendría algo de justicia poética.

Resulta estupefaciente, sin embargo, que el Partido Socialista apoye la medida. Existe una cosa llamada razón de estado, que obliga a los responsables políticos a no destruir las bases sobre las que edifican su poder. Es por ello que el pluribobo Pepiño debería recordar que Rodríguez Zapatero sí que tiene tropas luchando una guerra en el extranjero y que una bomba desviada, unos disparos al aire contra una turba iracunda, pueden llevarle, también a él, a un escaño de La Haya.