domingo, 30 de septiembre de 2007

La Madre Teresa, ¿sin módem?

El pasado 3 de septiembre la revista "Time" mostraba en portada la imagen de uno de los iconos más reconocibles del siglo XX, la Madre Teresa, junto al siguiente titular: "The secret life of Mother Teresa" ("La vida secreta de la Madre Teresa"). Se hacía así eco la revista (creo que en exclusiva) de la próxima publicación de un libro, "Mother Teresa: Come Be My Light", editado por Brian Kolodiejchuk. El libro recoge parte de la correspondencia que, durante unos 66 años, mantuvo la Madre Teresa con sus confesores y superiores. La conclusión que se extrae de la lectura de tales cartas es que, durante unos 50 años, la Madre Teresa dejó de sentir la presencia de Dios e incluso llegó a dudar de su existencia.

La obra, pese a lo que pudiera parecer, no es el resultado de una investigación tendente a reducir el valor que como modelo espiritual tiene para muchos cristianos la vida de la Madre Teresa. Kolodiejchuk es el sacerdote católico, perteneciente a la orden de las Misioneras de la Caridad, encargado, como postulante de la petición de canonización, de reunir el material que ha de acompañar tal petición.

Desde que se publicó esta noticia, he seguido los comentarios que se han hecho sobre ella desde distintos ámbitos. Esquemáticamente, creo que se pueden resumir así:

(1) Desde un punto de vista religioso o espiritual se alega que tales etapas de "oscuridad" no son infrecuentes en la vida de muchos santos, y que forman parte del proceso de acceso al conocimiento de Dios. Un claro ejemplo bien cercano a nosotros es San Juan de la Cruz. El mismo Cristo se sintió abandonado en la cruz ("Eli, eli, etc.", Mt 27, 46).

(2) Los ateos, por su parte, ven en la angustia de la Madre Teresa un indicio de que tanto Dios como la religión no son más que invenciones enteramente humanas, sin trascendencia alguna.

(3) Finalmente, cabe realizar un análisis estrictamente psicológico. Una hipótesis manejada sería que inconscientemente la Madre Teresa se impusiera esta "ceguera" como castigo para contrarrestar su éxito.

Supongo que con estas "explicaciones" se podrá satisfacer a más o menos todo el mundo, dependiendo de cuál sea su posición de partida.

Personalmente, me llama la atención que desde el análisis religioso no se considere la posibilidad de que la comunicación entre Dios y la Madre Teresa estuviese "interferida". Quizás porque uno de los efectos más significativos de la secularización que invade nuestra existencia sea negar la existencia del Mal.

Jesucristo fue tentado por el demonio (Mt 4, 1-11), y nosotros, de una manera u otra, somos tentados constantemente por el Espíritu del Mal. ¿Acaso fue la Madre Teresa tentada con el Silencio? Ante la ausencia de Luz, ¿no hubiera sido más sencillo para ella dejar de levantarse a las cuatro y media de la mañana todos los días de su vida para atender a quienes no recibían la atención de nadie? ¿Qué puede llevar a alguien a perseverar en algo así durante 50 años sin más guía que uno mismo, sus escasas fuerzas, y el convencimiento de que lo que uno hace es lo-que-debe-hacer? Supongo que tener fe: "creer lo que no vimos", que decía el catecismo. Confiar en Dios.

Quizás convenga no perder de vista que los seres humanos, incluso la Madre Teresa, experimentamos dudas, dudas profundas, incluso permanentes, sobre lo que nos es dado conocer o no. Y es que "creer en Dios" no siempre conlleva disponer de un módem inalámbrico de cobertura celestial.

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