Michael Oakeshott establecía dos modelos antagónicos en su concepción del papel que Estado y Gobierno deben desempeñar en las sociedades humanas. Por un lado estaría la teleocracia, según la cual el Gobierno, cegado por un optimismo infundado, busca un fin: redimir a los ciudadanos mediante su perfección moral, algo que cabría denominar la salvación secular del hombre. Por otro lado concibe la nomocracia, en la que el Gobierno se limitaría a establecer unas mínimas reglas (la autoridad de la Ley) que garantizaran el derecho de cada individuo a perseguir los propósitos personales que éste considere oportunos.
A la vista de las declaraciones de zetapé de este último fin de semana, creo poder aventurar que el programa de gobierno que se nos anuncia es, para nuestro pesar, claramente teleocrático.
lunes, 7 de julio de 2008
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creo que tambien está relacionado con Gobierno de los Teletubis
ResponderEliminarA esta superación del felipismo podríamos llamar neosocialismo;
ResponderEliminarAún sin cambio de denominación, parece evidente que el Congreso que estos días celebra el PSOE en Madrid va a confirmar el giro ideológico que está imponiendo de forma incontestable Rodríguez Zapatero al socialismo español desde el poder absoluto del que goza en su partido encumbrado en su fortaleza del Palacio de La Moncloa. Si Felipe González logró desembarazarse de la herencia marxista que lastraba al partido en los años ochenta, homologando al PSOE a los grandes partidos socialdemócratas europeos, ahora Zapatero parece dispuesto a liquidar definitivamente esa herencia situando a su partido en un radicalismo de izquierdas cuyas principales señas de identidad son su alianza con el poder económico, el adoctrinamiento social y el relativismo moral. Se trata de construir un neo-socialismo universal que se encuentra más próximo a algunos movimientos populistas de otros continentes que a los partidos de la moderada izquierda europea.
Decía Oakeshott:
ResponderEliminar"La inteligibilidad de la actitud conservadora en política nada tiene que ver con la ley natural ni con una idea del orden providencial, ni tampoco con la moral o la religión, [...] el hecho de gobernar es una actividad limitada y específica que se refiere a la provisión y salvaguardia de reglas generales de conducta entendidas éstas no como imposición de actividades sustantivas sino como instrumentos que permiten a cada cual desarrollar, con la menor frustración, las actividades de su propia elección. [...] [Los sueños de los políticos] no son diferentes de los de las demás personas, y si ya resulta aburrido tener que escuchar una y otra vez los sueños de los demás, intolerable sería que se nos obligara a realizarlos. Toleramos a los monomaníacos, es ya una costumbre hacerlo; pero ¿por qué habrían de gobernarnos? [...] Dado que la vida es un sueño, pensamos (con lógica plausible, pero errónea) que la política debe ser un choque de sueños en el que esperamos imponer el nuestro."
Y los ciudadanos, ¿a qué aspiran los ciudadanos? ¿qué quieren?
ResponderEliminarProbablemente, se conformarán con que gane Alonso...
Y añado, ¿hay algún punto intermedio entre la teleocracia y la nomocracia?
Ya se sabe, el centrismo buscando siempre el punto medio aristotélico, donde dicen que anda la virtud. Mientras esta no sea Alicia Sánchez Camacho...