Cerró el curso la conferencia de Robert Redeker titulada La religión y el terror. Acompañado a lo largo de la semana por su esposa y dos policías, Redeker estuvo presente todas las mañanas en el aula, atento a cada una de las ponencias. Desde hace dos años lleva una vida itinerante, de ciudad en ciudad, alejado del instituto en el que daba clases de Filosofía, amenazado de muerte por la religión de la paz. Pero esas circunstancias vitales no han disminuido ni un ápice su coraje y decisión a la hora de reivindicar las libertades básicas de expresión y religión. En este resumen intentaré hilvanar las ideas principales de su lección magistral.
Desde la revolución iraní de 1979 vivimos una ofensiva de las religiones dirigida a recobrar el peso en la vida colectiva de las naciones. Esta ofensiva se disfraza muchas veces de exigencia de respeto, pero esta exigencia de respeto ¿se funda en la razón? Lo que el islamismo pide no es el respeto que se otorga como libre favor (el único respeto verdadero), sino que pretenden conseguirlo por la fuerza de la violencia o por la coacción ante los tribunales. El respeto genuino es aquel que nace de la convicción interior y se otorga libremente. Ni los delirios fuera de toda demostración, ni el derecho del más fuerte pueden ser dignos de respeto. ¿Qué es respetable? Es respetable la verdad fundada sobre la razón, y son respetables la vida y la integridad física de las personas. Exijamos respeto a la verdad, a la vida y a la dignidad humana.
Cuando se exige respeto por los símbolos religiosos hemos de tener claro que son solo productos de la imaginación, no de la razón, y nada puede impedirnos reirnos de las creaciones de la imaginación humana. Su cuestionamiento, mofa, burla o ridiculización no están alterando la dignidad de las personas, y por tanto quien hace unas caricaturas o parodia a algún personaje religioso no comete ninguna falta de respeto. En gran medida las religiones son iconocracias, controlan los iconos, dictaminan su sacralidad y los convierten en potenciales víctimas de agravios. Las religiones exigen en gran medida la servidumbre voluntaria, la sumisión de la inteligencia y de la crítica.
Una las estrategias es la difusión y múltiple utilización del término islamofobia, buque insignia del léxico islamista, que, por su cercanía fonética a xenofobia, se pretende asimilar semánticamente a este último término. Es revelador que, tal y como explica nuestro ponente, el término comenzase a ser utilizado por los mullahs iraníes contra la feminista norteamericana Kate Millett, que viajó a Irán en 1979 para defender los derechos de las mujeres, entre ellos, negarse a ir veladas. Es por tanto, un término en origen que se arroja contra las mujeres y contra el feminismo. La misma acusación, ya con mucha más repercusión mundial, se lanza contra Salman Rushdie. Paradojas de la razón: son los musulmanes los que agreden, los que condenan, y además, quieren que les amemos a ellos y a su religión, porque si no, eres islamófobo. Es el Islam el que persigue y el que esgrime la violencia, no los islamófobos, pero la repetición contínua del término, sus pretensiones de ser asimiliado al antisemitismo, al racismo o a la xenofobia, no esconden más que el intento de acallar las críticas de la religión musulmana. El Islam no es una raza, es una ideología, una concepción intelectual y política, sin olvidarnos que se pretende confundiar la etimología: fobia no significa odio, sino temor o miedo.
Su conclusión es clara: la pretensión de respeto no es tal, sino que se busca la sumisión por medio de la reivindicación abusiva. Las religiones pretenden la deslaicización, el final de la autonomía humana, del ser humano, que, en comunidad, se da leyes de manera libre y pactada, sin apelaciones a la trascendencia.
El Islam en estos momentos aúna la estrategia gramsciana de buscar compañeros de viaje (movimientos tercermundistas, antisemitas...) que pretenderán llegar a ser el gran vencendor final.
Se hicieron preguntas interesantes. ¿hay una alianza Vaticano-Islam? Sí, a pesar del episodio del discurso de Ratisbona, la Iglesia Católica ha optado por una Alianza de Religiones. Aunque, como resalta Redeker, las alianzas las hacen ejércitos diferentes o rivales para unirse frente a un enemigo común. En este caso, aunque Ratzinger, un hombre muy inteligente, sabe que Europa se configura frente al islam, prefiere aliarse con él para hacerle la guerra al secularismo, al ateismo y a la incredulidad.
Otra pregunta suculenta: ¿la socialdemocracia es enmiga de la Ilustración? Según Robert Redeker, la SD está cavando la tumba de la Ilustración y parece dispuesta a renunciar a la libertad de pensamiento, al laicismo. ¿Por qué? Porque ha asumido el discurso del auto-odio, del odio a Occidente y al hombre blanco.
Acabó el profesor Redeker haciendo un homenaje a Epicuro, prototipo del ser humano libre, y recordando que el angelismo destruye el sentido común. Para nuestro pasmo, aseguró que un curso así hubiera sido imposible hacerlo en la Francia de hoy, y que los intelectuales aliados del totalitarismo islámico y partidarios del odio a Occidente hubieran firmado manifiestos para que no se celebrara.
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Desgraciadamente el Discurso de Ratisbona sólo fue un espejismo.
ResponderEliminarApesadumbrado se quedó Benedicto XVI por el malentendido (incluso nos cuentan que la verdadera crítica del Papa era para Occidente).
Ya está bien de pedir perdón.
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