lunes, 11 de agosto de 2008

Comentarios a Albert Esplugas (2/5)

  1. Es obvio que nacionalistas como CiU, ERC, el BNG o el PNV no defienden principios nacional-socialistas y que la realidad política en Cataluña se parece mucho más a la de cualquier otra región de España que a la del Tercer Reich. Es cierto que los gobiernos nacionalistas son en el margen más liberticidas (básicamente por las leyes de inmersión lingüística), pero eso no los convierte en nazis. No tiene sentido decir que soy como Rafael Nadal porque juego un poco mejor que otro tenista amateur.
Veamos algunas (otras) cosas obvias:
Todos esos partidos son nacionalistas. El nacionalismo, pese a los horrores que provocó y aún provoca, sigue teniendo prestigio, como lo siguió teniendo el comunismo hasta mucho después de descubrirse sus mayores realizaciones sociales -la muerte de Solzhenitsin nos ha permitido recordar la extraordinaria vitalidad intelectual de la oposición comunista a Franco, muerto Franco, claro, y lo prestigioso que era el comunismo en España (y ya no digamos en Portugal) en 1976, cuando todo el mundo estaba ya enterado de lo del Gulag-.

Los partidos enumerados por el articulista no pueden defender, claro está, la superioridad de una raza supuesta, y su derecho al dominio/extermino de las demás. Este supuesto fue derrotado por las armas a mediados del siglo pasado, y en su revisión de la memoria histórica no han llegado tan lejos. Pero defienden la superioridad de un demos en guerra contra España (España y Francia, en el caso pantagruélico del PNV) que ha de ser purgado de la contaminación -deturpación, dicen los del BNG- de la cultura inferior. Que la lengua ha substituido a la raza en estos proyectos demóticos es algo fácil de colegir, porque el proyecto aranista o las patochadas racistas de Risco y otros son incompatibles con el estado de las ideas subsiguiente a 1945. No lo era con el precedente, como acreditan las buenas relaciones entre el PNV y el NSDPA, que, éstas sí, han sido objeto de la esponja de la memoria histórica.

Por supuesto que la realidad política en Cataluña se parece mucho más a la de cualquier otra región de España que a la del Tercer Reich.
Ahora, ¿están conformes los independentistas catalanes con ese parecido? ¿No les parece humillante y vergonzoso? En efecto, ese parecido existe, pero a despecho de los independentistas, que lo niegan y quieren acabar con él. No es que quieran que Cataluña se parezca al Tercer Reich en 1944, pero sí aspiran a una sociedad homogénea, en la que nadie pueda disputarles el poder político ni el monopolio cultural. Los nacionalistas creen que nadie tiene derecho a gobernar sus estaditos que no sea nacionalista. Eso es axiomático. En cuanto a la limpieza etnolingüística y cultural, no hace falta formular hipótesis: lo tenemos a la vista.
El articulista no es como Rafael Nadal porque juegue un poco mejor que otro amateur al tenis, pero los tres juegan al tenis. Creo que esa es la cuestión. Porque en el exceso retórico en que se suele incurrir -no yo, precisamente, al menos en público- no se dice que Ibarreche sea como Hitler, o el héroe de Perpiñán como Himmler, ... Se dice algo distinto: que todos juegan al tenis.

---[continúa]---

1 comentario:

  1. Muy buen análisis.

    Personalmente, le recomiendo a Albert Esplugas que se afilie al BNG, y que acto seguido publique un manifiesto de apoyo al pueblo judío y de denuncia del holocausto judío a manos de los nazis. Verá entonces si los nacionalistas gallegos se merecen ese adjetivo o no.

    Basta con recordar que hace unos meses el BNG impidió una condena del nazismo en el Parlamento gallego, y que recientemente un afiliado del BNG ha sido expulsado por defender a Israel.

    Lo que no acabo de entender, sinceramente, es que Albert dedique más tiempo a estas cuestiones semánticas que a la denuncia de lo que hacen los nacionalismos. Si hiciera esto último vería que estos nacionalismos tienen de democráticos lo que yo tengo de marxista-leninista.

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