jueves, 2 de abril de 2009

Ecce homo?

Tras la multitudinaria manifestación del pasado domingo en Madrid, secundada en diferentes ciudades, en contra de la reforma de la ley del aborto que plantea el Gobierno socialista, no ha tardado nada José Blanco en salir a la palestra a dejar claro que el Gobierno "no va a dar ni un paso atrás" en la dirección emprendida.
Por su parte el líder del principal partido de la oposición, Mariano Rajoy, declaraba unos días antes que veía la manifestación "con buenos ojos", aunque sin olvidarse de aclarar, por si hubiera dudas, que "la gente del PP" que acudiera lo haría a título individual. El lunes, en TVE (vía) opinaba que es partidario de permanecer con la ley actual tal como está. Una ley que lleva en vigor más de 20 años y que el PP no modificó en sus ocho años de Gobierno al entender que contaba con un gran consenso y que a mucha gente le parecía razonable. A su entender la ley vigente es respetuosa con el derecho a la vida, si bien “con algunas excepciones”, como la malformación del feto (se permite el aborto hasta las 22 semanas), la violación o el riesgo grave de amenaza a la salud física o psíquica de la madre (hasta las 12 semanas).

Es decir, tanto Rajoy como Blanco, si bien a diferentes distancias, están muy lejos de la reclamación planteada por los convocantes de la manifestación del 29-M que era, ni más ni menos, que la abolición de cualquier ley que no respete y proteja el derecho a la vida de todo ser humano desde el momento mismo de la fecundación. Esto es lo que viene a decir el manifiesto de la convocatoria y así lo han ratificado algunos de los convocantes:

La postura de los promotores de la manifestación del 29-M es clara: “Nos encantaría abolir la ley del aborto, como se han abolido otras leyes injustas. Somos abolicionistas“, ha afirmado Jesús Poveda, de Provida Madrid. Por su parte, Gádor Joya, de Derecho a Vivir, -preguntada por la prensa sobre lo que pedirán a la ministra Bibiana Aído cuando les reciba- insistió en que siempre van a pedir la derogación de la ley del aborto, también la vigente del 85, “pero si esto no es posible, por lo menos, que se cumpla la que hay, porque el 97% de los abortos se hacen en centros privados y por el supuesto de peligro para la salud psíquica de la madre”.
El fundamento de esta postura es muy simple y podría expresarse de la siguiente manera (tomaré prestadas algunas expresiones de la Declaración de Madrid): imagínese usted que está viendo en una película el desarrollo continuo del cigoto desde el momento mismo de la fecundación y concluyendo en el parto de un nuevo bebé. Existe sobrada evidencia científica -se nos dice- de que la vida empieza en el momento de la fecundación (que es el momento en que se constituye la identidad Genética singular). De este modo resulta obvio en la película visualizada que es a partir de la fecundación cuando podemos empezar a seguir sin solución de continuidad el desarrollo de un nuevo ser humano cuyo centro coordinador reside en las moléculas de ADN, resultado de la adición de los genes paternos y maternos, en una combinación nueva y singular. El cigoto (óvulo fecundado) es por tanto la primera realidad corporal del ser humano.
Como dijo el Dr. Poveda: “Nadie se atreve hoy a negar ya que la vida humana comienza en la fecundación. Es irrebatible”.

De este modo tan claro y elocuente es como se pretende trasladar en la opinión pública lo que podríamos llamar una imagen normativa de la cual solo cabe esperar que emane una legislación conforme a ella. Esto es, que reconozca al cigoto la condición de persona con todos los derechos fundamentales que le corresponden, entre ellos el derecho a la vida.

Con la cuestión del origen de "la vida" en la fecundación (así viene expresado en la Declaración de Madrid) o, con mayor cuidado, de "la vida humana" sólo diré que igual de vivos e igual de humanos son los gametos existentes (espermatozoide y óvulo) antes de la fecundación. Ambos son, también, vida humana. Y esto es irrebatible.
Asimismo, estirando las expresiones, ya que una célula humana (por ejemplo un óvulo humano fecundado o sin fecundar) es un ser vivo además de humano, podemos decir que es un ser humano, sin por ello aceptar necesariamente que se trata de una persona con derechos.

Se juega pues al equívoco (como poco) con el lenguaje, pero esto no es un mal hábito exclusivo de los promotores de esta campaña.
En la misma noticia de Religión en libertad se añade que la Conferencia Episcopal Española, al igual que Rajoy, también observó "con buenos ojos" esta iniciativa a favor de la vida pero sin decidirse a apoyar oficialmente la marcha y dejando igualmente claro que los sacerdotes que quisieron asistir lo hicieron "a título individual". ¿Significa esto una misma postura de fondo que el Partido Popular? En absoluto. En el caso de la Iglesia la convergencia de opiniones e intereses sobre este tema particular con los de los organizadores de la manifestación es total. No obstante debió parecer tácticamente conveniente dejar propagar la idea de que ésta era una movilización más inspirada en supuestos conocimientos científicos -y por tanto se supone que más neutrales y objetivos- que por el dogma religioso. Pero es de hecho de la Iglesia Católica y no de "la ciencia" de la que emana la doctrina siguiente:
"Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegará a ser humano si no lo ha sido desde entonces. A esta evidencia de siempre... la genética moderna otorga una preciosa confirmación. Muestra que desde el primer instante se encuentra fijado el programa de lo que será ese viviente: un hombre, este hombre individual con sus características ya bien determinadas. Con la fecundación inicia la aventura de una vida humana, cuyas principales capacidades requieren un tiempo para desarrollarse y poder actuar". Esta doctrina sigue siendo válida y es confirmada, en el caso de que fuese necesario, por los recientes avances de la biología humana, la cual reconoce que en el cigoto resultante de la fecundación está ya constituida la identidad biológica de un nuevo individuo humano.
[Instrucción Donum Vitae]
Pero precisamente la genética moderna no respalda la presunción de que a partir de la fecundación ya podemos seguir sin solución de continuidad la evolución de un ser humano concreto y con sus características ya bien determinadas.
Daré dos ejemplos para refutar tal aseveración. En primer lugar tenemos el caso de los hermanos producidos a partir de un único óvulo y un único espermatozoide, llamados gemelos monocigóticos (o univitelinos) por derivar de un único cigoto inicial que da lugar posteriormente a dos embriones. ¿De cuál de los dos hermanos resultantes era el cigoto inicial su "primera realidad corporal"? ¿Tiene acaso algún sentido tal expresión?
En segundo lugar también puede darse el caso, por raro que sea, en que dos cigotos distintos, con dotación genética diferente, se fusionan para dar lugar a un solo embrión (al que suele denominarse "quimera"). El individuo resultante, cuando logra sobrevivir, tiene dos poblaciones de células genéticamente distintas (no un código genético resultante de la fusión de los dos originales). Dos códigos genéticos como resultado de la fusión de dos cigotos pero un solo individuo.
Es claro que cualquiera de estos dos casos no encaja en el propósito didáctico de la película que se nos ofrecía antes. Por eso, para evitar el fastidio de que nos estropeen un buen relato a favor de una buena causa, es mejor omitirlos.
Cualquier definición de persona (como individuo de la especie humana, acreedor de los mismos derechos fundamentales que cualquiera de nosotros) que aspire a resultar razonable y aceptable debe excluir de sus características, creo yo, la facultad de fisionarse en dos personas o bien de fusionarse con otra persona en una sola.
El "momento" de aparición de la persona debe buscarse forzosamente en alguna secuencia posterior de la película y la regla debe poseer carácter universal, sin excepciones como las que encontramos en la pretensión de fijar en la fecundación la aparición de una persona única y singular.
En rigor una excepción no confirma una regla sino que la desmiente.

Pero hay algo más, y de la mayor importancia, involucrado en la doctrina de la protección al cigoto, y esto es el rechazo a las técnicas de fertilización in vitro. Trataré esta cuestión en próximos comentarios.
Ahora no quiero concluir sin manifestar mi apoyo a esta manifestación pro vida en sus propósitos más inmediatos: tratar de paralizar el nuevo proyecto de ley y, a la vista del coladero en el que se ha convertido la ley actualmente vigente, buscar su reforma o, al menos, su correcto cumplimiento. Es decir, ir en la dirección de restringir el número de abortos, no de aumentarlos.
Aunque lo mejor sería intentar elaborar una nueva ley sobre el aborto con el mayor consenso real posible y que minimizara la polémica, es decir, contando con representantes de las distintas opiniones mayoritarias en busca de un criterio.
La búsqueda de ese criterio, en mi opinión, debería emprenderse obligatoriamente con un espíritu conservador, por analogía con el principio jurídico del "in dubio pro reo".

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Ver también.
- «Nunca debimos sacar la fecundación humana del seno materno»
- Bebé medicamento
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3 comentarios:

  1. Una visión alternativa de la cuestión de la mano de Albert Esplugas.

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  2. Tal como se puede comprobar en mi entrada coincido en todo con Esplugas salvo en esto, para lo que he ofrecido contraejemplos y matizaciones:
    "El cigoto unicelular fruto de la fecundación es ya un organismo único de la especie homo sapiens, con los 46 cromosomas que definen su identidad genética. El ser humano inicia en ese momento su ciclo vital y no lo termina hasta que muere. El embrión empieza a producir enzimas y proteínas y a dirigir su propio crecimiento y desarrollo, que se desenvuelve de una manera continua y gradual. Esto son hechos científicos."

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  3. El científico italiano Piergiorgio Oddifreddi escribe:

    … la “vida humana desde la concepción” es una novedad pescada no se sabe dónde, contraria no solamente a la evidencia científica, sino también a la tradición teológica. En efecto, por lo que se refiere a la primera, se sabe que al menos hasta el decimocuarto día de la concepción el pre-embrión (que no por causalidad se llama justamente “pre-“) no puede ser considerado un individuo real: antes del sexto día, porque sus células son aún totipotentes y, por tanto, cada una de ellas es un individuo potencial; y entre el sexto y el decimocuarto día porque el pre-embrión todavía puede dividirse en gemelos monocigóticos y, en consecuencia, tampoco tiene aún una individualidad real.

    http://pensamientodelvacio.blogspot.com/2010/09/una-defensa-filosofica-del-aborto-ii.html

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