La mejor prueba del éxito de Tan gallego como el gallego es la reacción de los fundamentalistas de la patria. Ya saben, esa gente que cree que las lenguas tienen más derechos que las personas; que la tribu tiene necesidades que el individuo no tiene; que el sistema educativo ha de estar al servicio de la construcción nacional; y que tenemos todos la obligación de defender nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra esencia en el mundo; esa gente, en fin, que, curiosamente, se encorajina si le recuerdas que todas esas ideas tienen un inconfundible aroma a fascismo.
El caso es que esta gente ha salido en defensa del decreto y prepara una campaña de firmas y esas cosas. Es interesante la lista de quienes se suman a ella. Algunos no sorprenden: La mesilla de anormalización lingüística y sus pipiolos, los sindicatos del régimen, incluidos los no nacionalistas. También se suman a la campaña los "clérigos traidores" de la pedagogía gallega y ¡asómbrense¡ la federación española de relixiosos do ensino/ entros católicos, lo que prueba el declive intelectual y moral del catolicismo, que entristece a quienes añoramos un catolicismo fiel a su etimología: universalismo.
La campaña es, sin duda, una gran noticia. Cuanto más se explique el decreto, más enemigos tendrá. Los padres, ya se sabe, se preocupan más por el futuro de sus hijos que por el del gallego. La campaña colaborará, además, a que el decreto siga bajo los focos de la opinión pública, algo que a los que se oponen al decreto les hubiera costado, ante la unanimidad de un establishment gallego al que la normalización -con esa mezcla de amenazas y sobornos que se extiende por toda la sociedad- está corrompiendo a ojos vista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario